Dark Horse quiere su parte del pastel. En el pasado, era la sempiterna tercera en discordia, detrás de las todopoderosas Marvel o DC, y sostenía cierto aura de independencia. Grandes títulos forman parte de su catálogo, como Hellboy o los Next Men del maestro Byrne. Esos clásicos, junto con licencias muy potentes, han mantenido a la editorial en su muy digno papel de alternativa. Pero los tiempos cambian, la diversificación brutal del mercado estadounidense implica una máxima por todos conocidas en estos tiempos tambaleantes: renovarse o morir.
Image y su apuesta por la calidad y la independencia, o renovados conceptos como los de Valiant, marcan la realidad del mundo editorial. Una competencia que, como lectores, agradecemos, claro, pero que obliga a sello como Dark Horse a dar un puñetazo en la mesa.
La forma que ha elegido Dark Horse para estar de nuevo en el candelero es la creación de un universo superheroico propio, coherente y conectado, al estilo de sus ilustres hermanas mayores. Por supuesto, esta no es la primera vez que se plantean esta posibilidad, pero los intentos anteriores quedaron en loables tiros al poste. La propia naturaleza de la editorial está más centrada en un modelo basado en series cerradas, no excesivamente prolongadas en el tiempo, lo que choca con la idea de cosmos llenos de tipos enmascarados con aventuras que se extienden durante décadas. X viene de esta antigua promoción de héroes, que se licenció con no demasiados honores. Ha llegado el momento de una segunda oportunidad.
La apuesta está sobre la mesa. La herencia pulp más primitiva del cómic americano se codea con conceptos de última generación en la nueva cara de Dark Horse, y en España ya hemos visto alguna de estas interesantes colecciones. La última en llegar a nuestras fronteras, X, la cara salvaje y callejera del mundo de los enmascarados.