Muchos de los lectores más veteranos recordaremos el estreno de Terminator en 1984, y también recordaremos la desaparición del enviado por John Connor para proteger a su madre y, aparentemente, muere al introducir un explosivo en el torso del endoesqueleto del ciborg.
Pero… ¿Y si siguiese vivo? ¿Y si no hubiese muerto en esa explosión y lo hubieran recuperado con un hálito de vida? Esa es la premisa en la que se basa este cómic.
Año 2029, Ben y Paige son soldados de una colonia humana, y compañeros de Kyle Reese.
Tienen sus bromas cuarteleras, y su buen ambiente como tropa, pero andan escamados por la falta de actividad por parte de las tropas cibernéticas del ordenador Skynet en los últimos días. Todo está tranquilo, demasiado tranquilo. Por lo demás, no hay nada que no ocurra en cualquier comunidad humana: Ben y Paige están enamorados aunque no lo reconozcan (es un secreto a voces que resulta la comidilla de toda la comunidad combatiente), Kyle cumple con sus misiones de exploración y sus consideraciones con los demás dentro de un saludable ambiente de camaradería, la colonia tiene su vida, sus servicios médicos, sus avituallamientos… Todo relativamente normal dentro de la vorágine de la guerra contra las máquinas.