Alex Ross da la clave perfecta para entender Rocketo en la introducción de este primer volumen: “trasciende cualquier época del cómic”. Se pueden mirar sus páginas y pensar que estamos ante un tebeo de hace décadas, deudor, como también indica Ross, del arte más logrado de Jack Kirby. Se puede pensar que hay influencias de Darwyn Cooke. Que es un trabajo de un animador, como lo es Frank Espinosa, intentando adaptar ese lenguaje a las viñetas. Y si lo leyéramos dentro de diez años, encajaría perfectamente en la modernidad de la próxima década. Rocketo no es sólo que trascienda su época, la mitad de la primera década del siglo XXI, sino que da la impresión de que siempre mantendrá la belleza que hay en sus ilustraciones. Este primer volumen de la serie es una auténtica delicia que, además, no sólo se nutre de su impresionante estilo visual, que ya por sí solo sería suficiente para deslumbrar a cualquier lector que pose los ojos en sus páginas, sino que además es una maravillosa historia de aventuras y ciencia ficción, ambientada en un futuro apocalíptico, diecinueve siglos por delante de una catástrofe que acabó con el mundo tal y como lo conocemos. No es que haya conceptos especialmente rompedores, pero el inteligente uso que hace Espinosa de todos los elementos que le sirven para construir su universo hace de Rocketo un pequeño gran clásico moderno.